Artefacto Social: Sueños/Agradecimientos/Palabras

Por segundo año consecutivo, Artefacto Social asumía el reto de abrir un espacio de investigación contradisciplinar y poner en marcha una experiencia de creación colectiva, con el propósito de apuntar hacia la transformación social en aquellas mismas comunidades o territorios en los que habíamos estado trabajando durante el año 2021. Tras una profunda toma de contacto, el compromiso con las problemáticas abordadas había calado en la estructura ética del proyecto y existía una fuerte disposición para continuar trabajando en cualquier circunstancia preguntándonos cuáles eran los muros que debían derribarse para establecer conexiones a través de las emociones y la empatía.

En esta segunda edición Artefacto Social hace especial hincapié en las relaciones con las personas que constituyen cada una de las comunidades de Los Asperones, La Palma-Palmilla y El Palo, a las que veníamos acercándonos desde un principio. Con este ánimo, nuestro equipo continuaba la andadura dentro del programa Key Project del Vicerrectorado de Innovación Social y Emprendimiento de la Universidad de Málaga, apoyo al que esta vez se sumaba el Departamento de Arte y Arquitectura.

Como nexo de unión entre ambas ediciones fue determinante revisar los valores que nos mantenían unidas, realizando un breve manifiesto, donde reuníamos valores y propósitos, y un decálogo, que se formulaba a modo de cuestionario porque entendíamos que era mejor mantener la capacidad crítica que tener las cosas claras. Con todo ello, dábamos pasos determinantes de cara al diseño de identidad del proyecto y la construcción de una identidad visual corporativa. Este proceso sería de gran valor para consolidar el equipo y facilitar la incorporación de nuevas personas que sumaran su compromiso.

Haciendo recuento al final de la edición 2022, hemos confirmado que si apuntamos a la transformación social hemos de empezar por desarrollar estrategias de empatía con los individuos que componen nuestra sociedad. En este sentido, si pretendemos construir una sociedad comprometida con todas sus partes es indiscutible la relevancia de la educación en todos sus ámbitos y niveles, desde la infancia hasta la universidad. Y aquí, las prácticas disruptivas del arte y su capacidad de promover el pensamiento divergente pueden encontrar su máxima aspiración. Con esta voluntad hemos vuelto a sacar la universidad a la calle, en un acto de devolución que conecta realidades que nunca deberían verse separadas. Y para esa importante labor hemos seguido confiando en el trabajo cooperativo, incentivando un aprendizaje basado en el diálogo y el compañerismo, aproximándonos al impacto social desde el intercambio directo, desde la mirada inclusiva que entiende la diversidad como riqueza y no como lastre.

Un compromiso con el presente y con el futuro en el que el arte constituye la herramienta para la toma de conciencia de una colectividad que quiere cambiar su mundo. Y para esta ambiciosa hazaña nos sigue faltando mucha calle.